Canciones que te hacen bailar. La tortilla de tu abuela. Nubes grisáceas y de repente tú.
Escribo en mi cuaderno de siempre, el que me regaló mi amiga Irene, el de siempre, el que nunca se agota. Garabatos convertidos en sonidos, en palabras. Lugares conexos. Canciones que te hacen llorar. Miro por la ventana mientras viajo a un lugar que ni siquiera soñé.
Me pierdo.
Adivino el mar en mis pies y sigo caminando hacia él, no hacia ti. Me mojo entera. ¿Océanos? El viento sopla fuerte, no, calmado, el viento… sopla…
Creo que sueño o quizás creo que alguna vez soñé. Soñaré.
No te veo.
No quiero ver que te veo.
Ensoñaciones emocionales atadas con el cordón de la pasividad mientras la vida pasa. La vida. Pasa. Se agota.
Y de repente tú.