Aun recuerdo el día que medio vencido, me acostaba en la cama sabiendo que me había abandonado mi vida laboral. Ella había estado siempre a mi lado, desde los 18 años que nos conocimos y desde entonces, nuestra relación fue a base de cotizar y cotizar y hacerla feliz. Siempre me fue fiel, al igual que yo a ella. Trabajé de todo para que a ella no le faltara de nada. Me hice actor y ella era feliz viéndome engrosar su lista cada año. Llegó un momento que parecía estar embarazada de mí. Pero hace 4 años que empezó a abandonarme poco a poco, y hoy me encuentro solo, pensado en ella, desde mi soledad mas absoluta.
Creo que mis últimos años a su lado fueron muy duros. Cada vez que abría una carta suya leía menos líneas a mi favor. Eran casi hojas en blanco. Y yo loco de celos me preguntaba, donde estará mi vida laboral. Sabía que ya no podría conquistarla. Empecé a engañarla en negro, cualquier trabajo mísero servía para que al menos pudiera dormir caliente, empecé a trabajar en cosas de ‘entretenimiento’ pero no conseguía quitármela de la cabeza. Ella mientras tanto mentía con falsas noticias para jugar con mi ilusión. Se hizo adicta al 21%, se inyectaba cada vez con mas deseo, ausente de mi amor y pidiéndome que la dejara en paz.
Hoy en día dicen que deambula por los ministerios. Se acuesta con Hacienda, todo el mundo lo sabe. Se que ha arruinado la vida de más artistas, que como la peste se ha llevado la dignidad de los que creían en ella. La tengo tatuada en mi alma. Fue bonito mientras duró.
Ahora vivo en las cloacas de la ciudad. Condenado a no cotizar. Pasan los días y mi jubilación se ríe de mi. Entre carcajadas me dice que ‘Ellos las prefieren del régimen de artistas’. Todos los que probamos sus besos, nos escondemos para que nadie sepa que nosotros, los cómicos, lo que llegamos con agujeros en los zapatos y una maleta cargada de ilusiones, alguna vez bebimos el bienestar de sus labios.