Querido diario:
No he encontrado novio bombero en Internet. Y anda que no hay cosas ahí dentro. Lo que no esté en Internet no está en ninguna parte. Entonces, ¿quién tiene la culpa? Toda la culpa la tiene Windows 10. ¿Cómo vas a encontrar nada si a cada segundo te sale una pestaña que a su vez forma parte de otra pestaña que a su vez se abre en un abanico de links que te derivan a nuevas pestañas? Yo me pierdo, y tengo mucho que planchar, así es que me he quitado de Windows 10. Me he puesto Windows 7, que también tiene tela de botones pero no está hecho de espaldas al pueblo. Me avío. Pero de ahí a entrar en una página y abrirme un perfil con foto para buscar novio bombero… ¿Y si me ven mis vecinos?, ¿cómo voy a tener yo credibilidad en la siguiente junta? ¿Y qué pongo en el perfil si no sé mentir? No. Yo prefiero que el azar disponga, así que me estoy desviando un poco de mi camino para pasar por el parque de bomberos de la calle Segovia, así, como la que no quiere la cosa, pero mona vestida, por si acaso. De momento no ha dado sus frutos esta estrategia. Yo creo que paso demasiado deprisa, o demasiadas veces. Con que pase dos veces al día ya es suficiente, ¿no? Cuatro son muchas. Lo bueno si breve… Y creo que debo dejar de entrar para interesarme por la situación laboral de estos funcionarios tan mal remunerados. También debo dejar de rezar para que en mi bloque se declare un incendio y vengan por fin a rescatarme. Que ya tengo una edad. Y otra cosa que sigo creyendo: debo abrir el abanico de mi perfil de hombre. Fueraparte Benicio del Toro o, en su defecto, del susodicho novio bombero, hay otros mundos. No hay que cerrarse a nada. ¿Quién ha dicho que no se puede ser feliz con un repartidor de Panrico? Y ya puestos, ¿quién ha dicho que para ser feliz hay que tener pareja? Y más puestos todavía, ¿quién ha dicho que hemos venido a este mundo para ser felices? Esto creo que ya lo he dicho antes. Pero ahora no voy a borrarlo porque si lo borro se me queda la pantalla en blanco, no como con Windows 2, que te dejaba borrar solo un cachito, qué tiempos aquellos… Ando nostálgica. Será que la Navidad está reciente todavía. Yo seguiría comiendo turrones, pero ya los han quitado del DIA, del Mercadona, del Ahorramás, del Lidle y del Corte Inglés.
El año que viene me pertrecho.
Eso te pasa por no planificar la compra, te tengo dicho que hagas una listita, sí mamá, y que vayas comida para comprar SOLO lo que necesitas, sí mamá, y que no le hagas caso a los productor ecológicos, que eso es puro márquetin, sí mamá, y que a ver cuándo te echas un novio, que ya tienes una edad. Yo no sé para qué vuelvo a casa por Navidad, pero vuelvo. Fueraparte las comidas con mi familia y otros animales, estas navidades han sido mágicas. He empezado el año yendo con mi sobrinito a un espectáculo de magia: “Mr. Snow”. ¿Y quién es “Mr. Snow”?:
Pues es un mago que al principio le da una varaja a un ombre y luego empieza a hacer muchos numeros de majia como partir en dos a una mujer en bañador pero sin partirla porque luego sale entera y luego saca una varita como la mia de Magia Borras y con la barita toca a una señora y le saca un huebo de la oreja y saca a la gente para que le ayude¡ y me sacó a mí! y le di con la barita mágica al baso y salió una moneda pero no de euro sino de un dolar de oro y al final el mago me regalo la moneda y me voy a comprar el garaje de Legoland por si no me lo echan los relles porque este año me e portado bien pero a beces no aunque he echo todo lo posible, de verdad, tita.
Larga vida a Nuel Galán, que al final del espectáculo le pidió al hombre la baraja y apareció el nombre de todos los que salieron a hacer los trucos con el mago escritos en cada carta, y en la última, esto: “Gracias a todos por compartir conmigo lo más valioso: vuestro tiempo”. Pero ahí no acaba la magia. Nada más volver a Lavapiés, descubro una nueva forma de hacer teatro: el Teatro Social. Esto viene de lejos, del brasileño Augusto Boal hace décadas, pero lo descubro ahora. Es como los Picos de Europa, que tardé más de treinta años en descubrirlos. No sé por qué lo más valioso lo descubrimos tan tarde. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. O bien, como dijo Emily Thorton, doctora en Antropología Generativo-Transformacional por la Universidad de Madison, Wisconsin: “Descubrimos las cosas valiosas cuando estamos preparados para recibirlas”. Qué razón tienes, Emily. Como espectadora, estoy ya un poco cansada de sentarme a mirar. Como actriz, estoy ya un poco cansada de actuar solo con actores. ¡Pero si todos somos actores!, ¡si no es verdad que haya cuatro paredes!, ¡si lo que le pasa al personaje también te pasa a ti! No hay actores ni espectadores, sino “espectactores”. Eso estoy aprendiendo en “La Rueda Teatro Social”. Y están en mi barrio. A veces lo que queremos está tan cerca que no lo vemos, como dijo… No me acuerdo ahora, me pega que lo dijera Jodorowsky que, por cierto, viene a Madrid en marzo, ya tengo las entradas, guardadas como oro en paño. Es uno de mis propósitos para 2017: hacer psicomagia. Los otros propósitos son los siguientes, que consten por escrito, que las palabras se las lleva el viento:
1. Poner en práctica el Teatro Social. A pesar de lo que diga el marisabidillo de turno que escribe arañando el techo con la corona.
2. No seguir siendo amiga de los amigos que te ayudan cuando estás mal pero que no se alegran cuando estás bien. Eso no son amigos, sino amargados envidiosos y ponzoñosos, ¡que les corten la cabeza!
3. No pretender ser perfecta con todo el mundo todo el tiempo en todas partes y a todas horas. Ser humana, no replicante.
5. Pasar solo dos veces al día por el parque de bomberos.
6. Comprar las palmeritas de chocolate blanco y las magdalenas de naranja con tropezones de nueces de macadamia en la pastelería de mi calle aunque la pastelera sea una borde. No boicotear más negocios por evitar la humillación. Prefiero ser humillada que quedarme sin los mencionados manjares. Llámame politoxicómana, lo asumo.
4. No pretender que todo me salga pluscuamperfecto, ni siquiera este propósito, que debería ser el número 8 pero Windows 7 me lo impide al sacar una nueva pestaña para que inserte un hipervínculo, y me he perdido.
9. Perderme. Darme permiso para estar perdida.
8. Dejar de empeñarme en creer en la justicia por el mero hecho de vivir en un estado de derecho, ¿de derecho? ¿o del revés?
10. Tirar todo lo que sobra: los amigos que no son amigos, los regalos que no eran para mí, los muebles que no elegí yo, los libros que ya no suman, los bolígrafos que ya no escriben, las fotos de hombres invisibles, los caramelos de la cabalgata de Reyes del año pasado, y comerme los de este año, todos, darme un atracón, y otro atracón de mango, a bocados, y cortarme el pelo, pero no solo las puntas, no, las mechas californianas no me gustan, pues es lo que se lleva, sí, pero no me gustan, y tampoco me gusta hablar mientras me cortan el pelo, así que si no le importa voy a seguir leyendo el Pronto, para lo que necesito silencio porque son muchas las noticias y los remedios caseros, no, el desconchón de la pared de la terraza no lo voy a arreglar con una mezcla de harina y salfumán, tampoco voy a llamar a ningún albañil, porque eso significa tener albañiles en casa que, como todo el mundo sabe, es una maldición gitana, no quiero albañiles en casa, menudo gremio, no, no voy a ser políticamente correcta: menudo gremio que te cobra un ojo de la cara por invadirte en tu propia casa como si fueran los dueños para empeorar lo que hizo el anterior invasor, ¡a la puta calle!, mi amiga Anabel tiene un desconchón en su terraza y es feliz, pues yo lo mismo. Se puede ser feliz con un repartidor de Panrico, con muchos menos “amigos” y con las paredes desconchadas. Y menos hablar del tiempo y de las divisiones de la izquierda y de chuminás.
¡Silencio!
Shhhhhhh
Shhhhhhhhh
Shhhhhhhhhhhh