Te escribo desde la nada, veo como te mueves impaciente en la cama
¿estás soñando?
Me acerco a tu cuello y quiero absorberte, deseo hacerte el amor suave, sintiendo cada poro de tu piel.
Eres impasible león, tan fiera y tan humano a veces…
Ahora soy libre, me siento más yo que nunca, con la fuerza justa para atreverme a ser yo, plena. Creo que a veces me asusto y no me atrevo a ser yo volcán, y vivo en una cárcel creada a través de ti. Y te amo tanto…
Mañana seré yo pero otra piel la que me habite.
¿Cuántos personajes caben dentro de uno?
Quisiera ser lava pero soy fuego, quisiera ser agua pero soy gota, quisiera ser el viento pero soy brisa, quisiera ser yo pero soy solo yo a la mitad y la otra media eres tan tú que a veces asusta.
Me veo a través de tu risa, de tu manera de andar pero cuando piensas te veo a ti. A tu yo hostil y repleto de dudas, a lo que no me cuenta tu boca ni tus ojos ni incluso tus caricias.
¿Quién eres y porqué me has robado una parte?
Tú también eres yo y me reconozco al mirarte, te has vuelto mimoso ¿quien lo diría? Y poéticamente tremendista.
Pero tú eres tierra y agua y yo fuego y aire.
Podemos hacer tantas cosas… solo tenemos que poner el mantel, servir la mesa y dejarnos ser
el uno sobre el otro, auténticos y locos, con nuestras neuras y todo el amor que no controlamos ¿y qué?
¿Puede acaso haber algo tan puro?