Encuentro con el blogger

Mario Hernández

Blogger Lo mío con el teatro es un trauma infantil, como el payaso de “It”, o la muerte de Marcial en “Médico de familia” (en realidad, todo “Médico de familia” en general). Aislado del universo en la llanura albaceteña en los aturullados (qué bonita palabra, aturullado, qué en desuso está) años 90, el escenario le ofrecía a este niño con gafas, primero, y adolescente con aparato dental, después, una salida y una puerta abierta al mundo. Igualmente, no me comía un rosco ni por error.

Intenté dejar atrás los horrores infantiles estudiando cine, y aprendí que pocas cosas podían dar tanto miedo como un plano de Kubrick, pero que por fin podía comerme algún rosco imitando los diálogos de Billy Wilder. Pero el escenario, el teatro, nunca se fue. Recorriendo España con el Teatro Universitario de Alicante conocí lo que es ser cómico de la legua y me aprendí de memoria “El viaje a ninguna parte” de Fernán-Gómez: “Señoritooooo…”
Mario Hernández

A día de hoy compagino ambas desgracias, digo, actividades, mientras pueda y sobre todo mientras me dejen, y pretendo traumar a una nueva generación por ambos flancos, el cine y el teatro. Pero eso sí. Lo que te da el teatro, no te lo da nada. Como diría Stephen King, “Hay otros mundos aparte de éste”.
Y todos están en un escenario.

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